'Personajes de nuestras bandas de música', un artículo de Manuel Castelló
- El 27/05/2020
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Os hacemos llegar este artículo del músico agostense Manuel Castelló Rizo, titulado 'Personajes de nuestras bandas de música'.
Decir que la Comunidad Valenciana es tierra de músicos no es algo nuevo puesto que aquí, en mi tierra, creo que es donde más músicos hay por metro cuadrado de todo el mundo, y en el seno de esas bandas de música (Sociedades Musicales se llaman ahora) hay unos personajes singulares que han sido desde siempre las historias que nos hemos ido contando en los descansos de nuestro peregrinar por las fiestas de los pueblos. “Havía un home que li deien el tío Pep, Xuano, Samuel, Rafelet i tocaba el baix, el trombó, el clarinet… Aquell home…”. Así comenzaba siempre la historia que iban a contarnos los más veteranos de nuestras bandas. Nosotros los jóvenes, los niños, rápidamente dejábamos cualquier cosa que estuviéramos haciendo y prestamente nos situábamos lo más cerca posible del relator, del cuentacuentos, para no perdernos detalle de la historia y así, fiesta tras fiesta, y, año tras año, íbamos asumiendo, haciendo nuestras esas historias y nos íbamos convirtiendo en los más veteranos a la par que los nuevos rapsodas de la banda.
Pues siendo así tan cierto, contaré la historia de algunos personajes singulares de la banda de mi pueblo, Agost, en la Comarca del Alacantí, y comenzaré como es costumbre y tradición.
Había un hombre en la banda de mi pueblo que se llamaba Rafael Millá (“el tío Rafelet”). Aquel hombre era tartamudo y no sabía ni leer ni escribir, cosa rarísima puesto que su madre y hermana eran matronas y su hermano practicante (ATS se llama ahora). “El tío Rafelet” se ocupaba en la fabricación de jaulas para pajarillos y perdices, alpargatas de esparto, cofines, albardas para las caballerías, arneses para llevar agua a las casas con los rucios… puesto que para compensar el don de claridad en el habla que no poseía, el Señor le había dotado con una inteligencia especial y unas manos de ángel capaces de fabricar cualquier cosa que se le presentara ante sus ojos con esparto, madera, cañas…. El dicho “tío Rafelet” pese a no saber ni leer ni escribir, sí sabía solfeo y tocaba un clarinete de 13 llaves de madera de color rojizo, seguramente de granadillo, y ocupaba el atril de clarinete 1º en la banda, cosa inaudita puesto que ¿cómo aprendería aquel hombre a solfear y tocar el clarinete sin saber leer ni escribir…? Misterios que no me fueron desvelados puesto que el tal “tío Rafelet” era tío materno de mi abuelo, o sea hermano de mi bisabuela, y la historia me la contó mi abuelo.
Otro músico de la banda de mi pueblo se llamaba Adolfo Ivorra (“el tío Dolfo”). Aquel hombre era maestro herrero y forjador; tenía una fragua y realizaba todo lo más inverosímil con el hierro, desde una azadita para entrecavar y hacer hierba hasta una reja o celosía para las ventanas, arados, azadas, legones, carros para el transporte de mercancías, y hasta lámparas para la iglesia. Lo que se dice un maestro de la forja. “El tío Dolfo” tocaba el bombardino 1º en la banda y contaban que tenía tal potencia de sonido que su bombardino podía escucharse desde la cercana pedanía de Verdegás que dista del pueblo tres kilómetros. Pese a lo extraordinario, no resulta increíble puesto que, en la actualidad, en los días de fiesta que no hay contaminación acústica, si el aire es favorable, se pueden oír las campanas de la iglesia y yo oigo nítidamente el sonido de las campanas desde mi casita de campo a seis kilómetros del pueblo.
Otro personaje singular era Francisco Pastor (“el tío conill”). Aquel señor se ocupaba en amasar yeso a un maestro albañil de nombre Casto Ivorra (“el tío Casto”) o sea lo que hoy llamaríamos oficial de 2ª. Pues aquel hombre tocaba en la banda el cornetín y era tan hábil que tocaba polkas y malagueñas, o sea que era uno de los solistas principales de la banda en un tiempo en que la trompeta no era solista principal; el cornetín, el fliscorno, el bombardino, el clarinete y la flauta eran los principales solistas, o sea los protagonistas principales de los conciertos de la banda. Bueno pues aquel “tío Conill” además de ser un destacado intérprete de cornetín tocaba excelentemente la dulzaina (la xaramita), algo también increíble por la diversidad de la familia instrumental y mucho más por la diversa embocadura uno con boquilla y otra con doble lengüeta. Un nieto del “tío Conill”, dulzainero de Agost, realizaba andando y tocando sin parar acompañando a clero y autoridades toda la romería que se celebra anualmente desde Alicante al monasterio de la Santa Faz, que dista de Alicante 8 kilómetros desde la puerta de la Concatedral de San Nicolás al Monasterio; durante el descanso con rollitos de anís y mistela en Vistahermosa, tomaba el refrigerio y a continuación seguía tocando. No conozco a nadie con tanta capacidad de aguante con un instrumento, y menos con la xaramita.
Otro personaje famoso era D. Andrés Ripoll “el tío Poll”. Aquel hombre tocaba el bajo y tenía tantísima habilidad para el instrumento que interpretaba polkas de cornetín con un viejísimo bajo “Rott” en Sib que tocaba. Pero lo más increíble era que, siendo casi analfabeto, tenía una escritura que era una maravilla; sus copias de partituras y particellas parecen códices copiados por frailes benedictinos. La prueba de ello era que durante la guerra de Cuba, donde estuvo de músico, se copió el único método de tuba que había en el pueblo, seguramente copiado de un método para tocar el contrabajo pero escrito 8ª baja, y cuando me lo enseñaron encontrado en un cofre en el desván de su casa parecía que las notas estaban dibujadas en vez de copiadas.
Otro músico singular era Manuel Vidal “el tío Manolito d´Aneta”. Aquel hombre era un destacado tañedor de guitarra. Su padre D. Manuel Vidal Poveda estudió la guitarra con el gran guitarrista Francisco Tárrega; fue músico militar destinado en Cuba y al regreso abandonó el ejército y dirigió la banda de su pueblo Agost. El tío Manolito era maestro alfarero de profesión y por la noche enseñaba a los jóvenes solfeo, tocar la guitarra, leer, escribir… Además tenía una peculiaridad y era que no compraba cañas, se las fabricaba el mismo para el clarinete y el saxofón que tocaba en la banda de un cañar que había y aún hay en la rambla de la “horteta”. De este músico agostense se conservan varias composiciones para guitarra y banda, y muchos jóvenes de Agost aprendieron con él a tocar la guitarra, la bandurria, el laúd, el guitarrón… llegando a formar una muy nutrida rondalla “La Rondalla Manolito” grupo que actuaba todos los domingos en la radio de Alicante en el programa “Cantera de artistas”. Durante la postguerra, tiempo de muchísima carestía y necesidad, “el tío Manolito” escribió un pasodoble para banda de título Te quiero entera (dedicado a España, nuestro país), y como no tenía medios para comprar papel pautado lo escribió en hojas de calendario. El pasodoble estuvo muchos años sin estrenar y cuando se fundó la Banda Verge de la Pau me lo dio para su estreno. En la actualidad está en el archivo de la Verge de la Pau d´Agost con copias del original como lo escribió, con hojas de calendario. Como era un hombre bastante culto, escribió una comedia costumbrista al estilo de los hermanos Álvarez Quintero de título Els veïns de la Placeta i el carrer Moll.
Estas y muchas otras historias y vivencias hemos escuchado de nuestros mayores y todas ellas conforman la historia, el quehacer de nuestras bandas de música. No olvidemos nunca a esas personas que pese a su humildad y carencias de todo tipo mantuvieron las bandas de sus pueblos legándonos todo cuanto ahora estamos disfrutando.
Manuel Castelló Rizo
Músic d'Agost
Fuente: NBM